Continúo con mi parábola amorosa porque desde el primer día estoy pensando en lo que voy a escribir, ansío que llegue el momento en que me voy a encontrar aquí, sentada ante mi misma y esta muy querida pantalla que sigue cada uno de mis movimientos, me siento deseosa de ser recibida por esta quietud y libertad.
Le contaba a unas amigas que el estar aquí, en este espacio me sitúa en un contexto distinto.
Mucho he escrito a lo largo de mi vida, especialmente los últimos años, y sé cuan significante ha sido este medio para reconocerme, para expresarme y compartirme, para poner orden en el caos que por momentos me habita. He escrito desde mi peor confusión, cual naufraga buscando una boya que me mantenga a flote y he usado palabras escritas filosas como navajas para expresar mi rabia y desacuerdo, también de mi han salido poemas y versos que nunca terminan de reflejar los momentos grandiosos de amor y unión que he vivido con los que habitan mi corazón. Discursos han emanado de mi deseo de unirme y ser voz del fluir sagrado y divino de mi anhelo por ser parte de algo más grande que yo.
Lo que es distinto ahora es que aquí el espacio sideral es mi interlocutor, ahora no escribo con la intención, deseo de que alguien me lea, me entienda, en el mejor de los casos me responda. Aquí expreso ante el vacio lo que en este momento soy y deseo poner en letras, que se convierten en frases, que luego son un texto que queda vibrante en un espacio sin rostro, un pulso que permea y toca un campo magnético y enigmático.
¿Qué pasa con estos impulsos de corriente eléctrica que pasan de una inspiración que aterriza y toma forma en mi cerebro y se desliza a la punta de mis dedos, que va de mis dedos al teclado, del teclado a una onda captada por un satélite y allí ... todo se suspende ... me viene la imagen del rezo y de la plegaría, de aquellos momentos en los que me abro a la posibilidad de imaginar el misterio de la existencia como la sustancia que impregna y vibra con todo lo que existe, ahora y en la eternidad.
¿Es posible imaginar una gran espiral que del cielo emana inspiración, que logro captar y llevar a símbolos y plasmar su contenido? Ahora, gracias a esta maravillosa posibilidad, imagino que por este medio puede regresar al cielo y quedar allí pulsando cual estrella, llevando consigo mi mensaje. ¿A quien le haría falta ahora lanzar una botella al mar, si existe la posibilidad de lanzarla al infinito?
Estoy profundamente agradecida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario