Pues heme aquí, al fín, acompañada de mi imparable deseo de escribir y el impacto de saber que este espacio conlleva la libertad y necesidad de realizarlo. ¿Quién me leería me pregunto ... más que yo? El solo escribirlo me muestra que antes de pensar en lo que mis historias pueden despertar en otros y otras, lo que realmente me emociona y atormenta es el simple hecho de tener un espacio solo mio, de conversación conmigo misma, me entusiasma y aterra.
Es encontrarme en la cima de mi panorama, con la vista al vacio de un paisaje que me acoge en su quieta blancura de hoja virtual y un mundo interior tan vasto, rico y complejo clamando un lugar en la expresión escrita.
Año tras año me he preguntado, ¿qué podria yo escribir que no haya sido escrito antes? ¿qué haría de mis textos algo que pudiera enriquecer, aún en forma mínima, al mundo interesado en la lectura? ¿qué manifestaría de mi? ¿cómo podría yo contribuir a la textura de mi humanidad, a la humanidad a la que pertenezco?
Una imagen se escurre con extrema rapidez por mi mente y me muestra que no es todo a la vez, que para contar de mi paisaje interior necesito de tiempo, requiero de que esta hoja, en la que aparecen letras al moverse mis dedos por el teclado, se convierta en mi aliada, en mi más feroz, veraz y demandante interlocutora, en mi testigo y testimonio. Aún no es esto, es solo el comienzo y la relativa intimidad que logremos desarrollar dependerá de una fuerza que no entiendo ni domino, de una fuerza que rige un oleage al cual puede elegir, o no, entregarme.
Esto es un inicio, el principio de una relación, conmigo, con este lugar virtual y abierto a mi expresión, con un anómimo lector o lectora, quizás mismo con el vacio en el que caerán estos textos, leídos unicamente por mis ojos.
Finalmente parece que estoy hablando de una historia de amor, pregnada de promesas de escucha, de verdad e integridad, presencia, comunicación, neutralidad y mutualidad en la que ambas partes tienen su esencia, lugar y función, para finalmente llegar a la realidad inquebrantable que la intimidad es conmigo misma, que allí solo encuentro el reflejo, el espejo de mi deseo de ser, de vivir y expresar lo que soy porque no puedo no hacerlo, porque es mi respirar mismo.
Hasta aquí llego hoy.
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